Jasmil
Mendoza León
Hace el tiempo
Cuando el cielo era
sólo lágrimas
un esbozo vegetal
elevaba sus extremos suplicantes
un vaho caluroso
brotaba de la tierra
Aglomeraciones
monocromas presagiaban las edades
Cuando aún el ser
era huevo primigenio
ya había en el
espacio vibraciones y locuras
Una mínima sombra
contorneándose
buscaba aparejarse
a otro hálito para el roce
Las cortezas por
nacer se erizaban
al contacto
premonitorio de extrañas sensaciones
El asombro
atormentaba sin piedad con sus ardores
Era el momento de
Amor nacienco
Con Él la vida y
todas las futuras soledades
J.M.L
(Cuando el cielo
era sólo lágrimas. Desbroce. Maturín, 1982)
Primera aproximación
Esta obra de Carlos Angulo, en sus partes y en su todo,
es un poema extenso y extremo, un mosaico como crónica de los procesos del
sentir humano; cual cuenta de sus aciertos e incertidumbre y una visualización
de lo que por anhelo y esperanza denominamos mundo; esa entidad que
nos queda después de tanto no vivir, aunque es la perspectiva de la
reivindicación como especie; la
revelación o la develación de una corporeidad
en un espacio o territorio tangible para alcanzar el ser concreto y libre en la
totalidad; es decir, la Utopía.
Y la Utopía no es el paraíso, pero es lo ansiado cuando
la sensibilidad, las aspiraciones y la evidencia del ser nos acercan a las
certezas.
A ese destino arribaremos con la convicción que da la
reflexión, con la mirada indagante en el transcurrir, en el tránsito, en la visión
poética y filosófica del yo individual y colectivo, en la experiencia del
compromiso vital, planteándola como referente en la construcción de un expreso
programa de vida y convivencia.
Los Sum-Sun Verdi no pretende ser la historia (es mi
lectura) pero la contiene en su corpus; es en tal caso, la suma de los yerros y
los fracasos de los seres que somos, mas no la derrota.
La existencia y la ambición de alcanzar el ideal de
permanecer y trascender viene de los orígenes: cómo aparecimos, cómo fuimos,
cómo somos, cómo deseamos ser, con cuál luz, con qué entendimiento, con cuáles
instrumentos, qué senderos, hasta dónde alcanzaremos en el andar. Las
respuestas no están en lo realizado sino en un más acá o en un más adelante de
lo soñado.
Carlos Angulo caracteriza, sistematiza, filosofa y
convierte en poema, en visión cuasi apocalíptica, la tumultuosa derrota de las
civilizaciones, entre comillas, realizando un boceto, más bien un bosquejo
sugerente, en la entrelínea, del sueño a concretar, con los elementos de la
experiencia propia y de las marcas que carga el colectivo desde la memoria
originaria, con lo cual pone en nuestras manos un registro antiguo y actual, un
camino a seguir, una meta irrenunciable, el sosiego futuro.
Y todo está allí, en los códigos traspapelados en la
memoria de la arcanía, en los avisos y advertencias del referente mítico.
Esta lectura en los Sum-Sun Verdi me acarrea un sinfín de
interrogantes, y aún dudas racionales: ¿Es una metáfora, una hipótesis en el sentido
de aspiración y deseos, una explicación desde lo que nos toca como especie
desde lo perdido, desde la inconformidad o la frustración, una elevación del
nosotros individual y masivo, una iluminación en la ensoñación? ¿O es una
indagación válida para el diseño de una humanidad deslastrada del error, del egoísmo,
de la devastación producida por la terquedad del desconocimiento y la
ignorancia?
¿En qué momento perdimos o cortamos el cordón genésico de
la pertenencia, la relación con la naturaleza en la que somos actuantes e
interdependientes? ¿Hacia dónde vamos?
La revelación y la evidencia están en esta obra: Tal es
el origen, tal es el destino; la energía y nosotros, la luz, la tierra, el
agua, nuestra orgánica y nuestro pensar y lo que se nos opone y lo que se nos
impone como fatalidad para convencernos en la obediencia de un destino
manifiesto.
Todo ese contenido, trasmutado en lenguaje con lirismo
auténtico; ese ejercicio de pensamiento y comprobación con el cual Carlos
Angulo arriba con extraordinaria certitud.
Aún con la lectura detenida y consciente, no tengo respuestas
a tantas interrogaciones, pero ¿es este el objetivo del autor?
Estas reflexiones de urgencia, tal vez acertadas, erradas
o exageradas sobre Los Sum-Sun Verdi, me obligan a continuar leyendo en busca
de corroborar posibilidades de otra humanidad más apropiada de sí. El mundo, la
entidad que somos hasta ahora ha sido un fracaso devastador, nosotros
personalizamos el error, pero también la reparación en la confusión, el rescate
y la reconstitución. Es la coordenada del anhelo utópico. Es dentro de ese
nosotros donde podremos alcanzarlo.
Ante la estrujante realidad, está la ficción
restauradora, ante la acción depredadora, ante la devastación capitalista, se
yergue la voluntad liberadora, ante el genocidio, está la consecución de la paz
y la armonía, y para esa paz, volver al reconocimiento de la urgente
reconciliación del colectivo humano; la vuelta a la conciliación entre iguales
con que nos dotó el origen; volver a los ámbitos de los sentidos y el sentir
para ser otra vez, para volver a ser. Desdibujar el mapa impuesto y
replantearlo libre de la individualización, la dominación, la opresión, la
explotación, el odio y restaurar el prójimo borrado o pospuesto, reingresar al
multiverso interior para entendernos como verdad.
Es el recordatorio que nos presenta, ante la manipulación
y la ceguera, esta obra de Carlos Angulo con quien he compartido escritos,
sueños y penas, a quien he leído con sinceridad y lealtad en casi toda su
extensa labor de escritor y poeta por alrededor de cuarenta años de amistad,
hermandad y complicidad.