(LOS SAUZALES).
(Mérida
le había nacido a un costado un pueblo enteramente nuevo…)
La urbanización Los Sauzales está situada en la
Parroquia Mariano Picón Salas del Municipio Libertador del Estado Mérida, en
un sector que antiguamente se llamó la Otra Banda del Río Albarregas, y que en la
época colonial denominaron “Olleros” en
alusión a los indios que allí hacían ollas de barro. El nombre de los Sauzales
se debió a la existencia de dos hileras de sauces que había en una parte de la
hacienda donde posteriormente fue
construida la urbanización y que contaba con una superficie de noventa y
seis mil metros cuadrados (96.000 mts 2) y que
alinderada de la siguiente manera así:
por el NORTE el ramal que conduce a la carretera panamericana, separada
de una cerca de alambre, por el SUR la Hacienda Santa Bárbara propiedad del
Señor Francisco Uzcátegui y la separaba una pared de tierra pisada
perteneciente a la casa llamada “La
Haciendita” y parte de una cerca de alambre, por el ESTE por un lado la misma Haciendita Santa Bárbara del Señor
Francisco Uzcátegui, y por otra parte la
Hacienda del Señor Pedro Pineda León,
por el OESTE el terreno de la misma Hacienda Santa Bárbara
del Señor Francisco Uzcátegui y por otro
lado una propiedad del Señor Luciano
Guerrero. Estos terrenos fueron comprados por el Banco Obrero a la Universidad
de los Andes por precio de 1.920.000 bolívares (según documento de compra-
venta que se encuentra en el Registro Subalterno), dicha compra se hizo con la
finalidad de construir una de las urbanizaciones más amplias y modernas de la
ciudad durante el gobierno del Doctor
Raúl Leoni.
Según los planes de gobierno de esa época 1964-
1969, este complejo habitacional debía de estar ubicado en una de las zonas de
mayor porvenir para Mérida, a fin de contribuir con la urgente solución de los
problemas de viviendas para la clase media y obrera, que como se sabe son
siempre las que padecen mayores dificultades para adquirir techo propio.
“modificando así una actitud que había sido de sistemática negación a dejarse sentir en nuestro medio como una ciudad de segunda modesta villa interiorana, dormida y forzosamente conforme que apenas si valía ser tomada en cuenta para la proyección nacional de una política de viviendas. Por eso todo lo que la ciudad pudo lograr durante largos años fue un viejo e incomodo barrio Obrero del cual solo queda vestigios porque los beneficiarios fueron remontando poco a poco a las primitivas viviendas, pero la realidad no cambia en forma alentadora para Mérida.” El Vigilante 1969.