La representación del Archivo en el cine.
Por: Carlos Portillo V.
El Archivo es un tema que ha sido retratado de diversas formas a lo largo de la historia del séptimo arte. A propósito de esto, en su discurso de ingreso a la Academia Malagueña de Ciencias, “Historias inquietantes: Archivos y Archiveros en el Cine” (2017), Esther Cruces Blanco señala que, en su gran mayoría, los archivos más representados en el celuloide son los de la Administración Pública, seguidos por los archivos de empresas y archivos privados, quedando los archivos relacionados con la investigación científica como los de menor figuración. Generalmente, en las películas los archivos son lugares apartados, quizás hasta alejados física e intelectualmente de la dinámica cotidiana de una localidad o del edificio en el que se encuentran ubicados.
Por otra parte, el archivero, personaje que se ocupa de organizar y clasificar los documentos que se resguardan en el archivo, ha sido representado de diferentes maneras en la gran pantalla. Desde el estereotipo del funcionario laborioso y siempre concentrado en sus deberes, hasta el inesperado héroe que descubre un secreto oculto en algún documento. En un interesante artículo sobre “La imagen de los archivos en el cine” (1979), Vicenta Cortés Alonso manifiesta que gracias al trabajo del archivero “los documentos están ordenados, clasificados y signaturados, prestos para ser servidos en un instante”, -y agrega- “por cuya labor, el archivero se convierte en un eficaz colaborador del investigador”.
En el presente trabajo comentaremos la representación del ambiente o espacio físico del archivo, en tres largometrajes. Comenzando por la película Argo, dirigida por Ben Affleck (2012). Es un drama de suspense de corte histórico, donde se narra la operación secreta llevada a cabo por la CIA en 1979 para tratar de liberar a seis diplomáticos estadounidenses refugiados en la embajada canadiense en Irán, durante la llamada “crisis de los rehenes”. La trama consiste en simular la filmación de una película.