Jasmil Mendoza León.
Para la República Bolivariana de Venezuela era imperativo actualizar el estado de la soberanía del Territorio Esequibo, es decir, la pertenencia a la nación, la propiedad de la tierra, sus recursos, la identidad como nación, el posicionamiento geoestratégico, la defensa del legado histórico; su defensa ante la ya antigua voracidad depredadora de los imperialismos.
Ha sido larga y compleja la tarea del Estado venezolano en su defensa del preciado territorio. Las ingentes diligencias emprendidas siempre llevaron a una situación de paciente expectativa, muy presionante, en cuanto a soluciones definitivas dada la vocación pacifista del país y digamos civilista de sus autoridades, quienes con afán institucionalista acataron y respetaron permanentemente los procesos de diálogo, las negociaciones basadas en el derecho internacional, en justa posición democrática, de igualdad de derechos entre naciones, de respeto de los acuerdos.
Una oscura trama de intereses y tal vez la ralentización o el acatamiento de los lapsos y el espíritu de los acuerdos, extendieron la espera de resolución del diferendo, es bien conocida la lista de eventos promovidos por nuestros gobiernos para poner fin definitivo a la controversia. Hay que dejar en claro honestamente, que los pasos dados han sido en respuesta a la acción de apropiación del territorio, en primer lugar, de la corona británica, que data de muy antiguo, de cuando los imperios se dieron a la tarea de repartirse el mundo, luego, las consecuencias de las negociaciones y rivalidades entre esos actores de la dominación global, posteriormente, la dinámica impuesta para hacer efectiva la espuria propiedad sobre El Territorio, que nos encuentra en debilidad militar y política por efectos de la Guerra de Independencia. Situación aprovechada por Inglaterra en correspondencia con la diplomacia supremacista europea y estadounidense, es decir del capitalismo mundial, para apoderarse de lo que ya apuntaba como un reservorio incuantificable de recursos naturales.
El reclamo serio, documentado y sostenido de nuestro país y sus gobiernos, lleva a hacer valer nuestros derechos y desmontar la manipulación de los procesos, la farsa diplomática, la aberración política, hasta llegar al Acuerdo de Ginebra que dispone dirimir la controversia ya con Guyana como una entidad en apariencia independiente y Venezuela como legítima heredera de ese espacio geográfico.
A largos plazos, las negociaciones se han caracterizados por, quizá, manipuladas posposiciones, desacuerdos de fondo y de estilo, por la esperanza puesta en soluciones consensuadas como lo dicta el Documento de Ginebra, mas todo ha estado impregnado de la intención injerencista de las transnacionales del capital que se niegan a aceptar la verdad histórica. Obviamos en este corto artículo las fechas, hitos y referencias documentales, por harto conocidas que nos sitúan en la actualidad.
Hoy Venezuela ha dado un paso trascendental ante la actitud irrespetuosa, envalentonada del gobierno de Guyana, asusada y financiada por, en apariencia, por la trasnacional Exxonmovil como instrumento de rapiña con el fin de terminar de apropiarse del territorio, de los recursos allí atesorados como reservas estratégicas y de la posición geográfica estratégica de ese extremo continental.
La convocatoria constitucional a un referendum consultivo al pueblo venezolano como respuesta a las ya escandalosas provocaciones del gobierno guyanés, y los resultados de esta consulta, habilitan a nuestro Estado y al gobierno para revalidar la propiedad sobre el Territorio Esequibo, religitimar nuestra soberanía e impulsar acciones legítimas y urgentemente neceserias. Este mandato contiene las líneas vitales para las acciones a emprender: El rechazo al Laudo Arbritral de Paris de 1899, el reconocimiento y apoyo al Acuerdo de Ginebra de 1966, el desconocimiento de cualquier otra jurisdicción, CIJ por ejemplo, para resolver la controversia territorial, la oposición legítima y soberana a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente, de manera ilegal del mar por delimitar, la autorización al Estado venezolano para crear y constituir el estado Guayana Esequiba.